Tuesday, August 29, 2017

Pequeñas acciones

Básicamente tengo un mal hábito el que ya me acompaña hace tiempo y no lo puedo quitar.
Repito en voz alta   las palabras que me parecen atractivas al oído, las cuales siempre son la última o la primera de cada frase. Este hábito se me pego hace un par de meses cuando en la oficina comenzaron a llegar los venezolanos con su acento exquisito y palabras divertidas que usan para nombrar los mismos objetos y acciones que nosotros.
Entonces hoy como de costumbre en el metro ( línea 2) se detuvo en estación Los Héroes por más del tiempo normal, algo a lo que  los Santiaguinos ya estamos más que acostumbrados y lo tenemos calcado a fuego en el subconsciente, tanto colectivo como personal.
Cuando ya la espera paso los 5 minutos y me preparaba para dejar de leer y comenzar a marcar el número de la oficina para avisar que llegare tarde porque el metro se demoró por  alguna razón, se escuchó por los altoparlantes de la estación en una dulce pero en un pésimo castellano. – Por la osadía de un pasajero en estación La Cisterna debimos cortar la energida.
A lo que yo repito- la energida- mientras continuo con la vista fija en la lectura.
Normalmente  trato de mantener mi atención solo en lo que voy leyendo y evito los ruidos molestos del trafico poniendo música  lo suficientemente  baja para no desconcentrarme en lo que leo, pero al volumen justo para no escuchar el ruido  afuerino.
Aunque en esta oportunidad pude escuchar la leve risa que provenía de mi costado derecho. Una sutil pero tangible risa femenina que además sonaba hasta un poco sexy. El asunto es que mire hacia el costado y note que un par de ojos azules me miraban con cierta complicidad, esa que se logra cuando dos personas se ríen de lo mismo.
-          Lo siento, tengo tendencia a repetir las palabras que me llaman la atención.
-          -como los loros. Y sonrió.
-          No. Los loros solo repiten  sonidos como una forma de estimulación sin siquiera entender que el sonido es una palabra o que el mismo tenga algún significado.
Eso fue todo, fui lo suficientemente petulante como para cambiar el gesto de su cara desde coqueto a jodete imbécil en menos de tres segundos. Juro que fue  sin intención, al igual que cuando repetí en voz alta la palabra, este fue no más que un reflejo.
Lo que me dejo pensando en cuan seguido lo hago y sin siquiera darme cuenta,  sin hacer discrepancia entre lo normal y lo fuera del contexto. Lo que con el correr de los años me ha traído más de algún problema con gente conocía como con desconocidos.
Al final de cuentas, todos contamos con lados oscuros y desagradables que evitamos mostrar al resto, pero que al igual que las lagartijas estos siempre salen al sol.

Tal vez en un futuro se inventara el chip que sea capaz de suprimir todas estas acciones que son tan humanas y parte de lo que nos hace humano.

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