Saturday, September 30, 2017

Si no puedes con ellos...

Como la mayoría de las personas que habitan esta larga y angosta faja de tierra llamada shillito, soy una mas de los que engrosan esa larga fila de nombres ligados al consumo de nuestro producto nacional el cual debería ser nombrado como patrimonio de la humanidad o tesora indiscutible de nuestra cultura idónea.
Hablo nada más y nada menos que de la sopaipilla. Esa que se prepara entre manos laboriosas llenas me gérmenes y bacterias que se acumulan en las manos del vendedor del carrito de la esquina, de tanto manosear dinero; ir al baño a mear y n lavarse las manos, o simplemente porque el carrito en el que se pasa las 24 horas del dia esta tan sucio como el delantal que la mayoría de las veces tiene la propaganda de la tercera o superocho.
Hablo de aquellas masas que extrañamente no se preparan con zapallo aunque su color amarillo sea inconfundible. Y el sabor aunque no tengan los más exquisitos sazones o ingredientes traídos de los lugares más indómitos del planeta. Igual son capaces de competir con el mejor plato de restaurant.
Y aunque este post no va dirigido a esas adorables delicateses callejeras, no podía evitar integrarlas al relato ya que cumplen un papel fundamental en el desarrollo de mi historia.
Hace no mas de 2 meses se coloco en la esquina donde tomo la micro de vuelta a casa un nuevo carrito de sopaipillas, con un letrerito de cartón escrito con plumón negro “sopaipillas caseras”.
Las pupilas se me agrandaron y el olfato automáticamente paso a modo de búsqueda y captura, pasando de un transeúnte pasivo a alguien con pañuelo al cuello, cuchillo y tenedor, tal cual Willy coyote.
A no menos de 5 metros de distancia del carro se encuentra nuestro segundo actor y la principal razón de todas mis calamidades. Aquel a quien dedico preciados minutos de mi dia en los que pienso en diferentes maneras de evitar o al menos embaucar. algún a que otra estratagema con la que pueda ganar preciosos minutos de distracción en los que pueda escabullirse para lograr mi meta.
Cholo, el gran can que me acorrala casi a diario con sus fieros ladridos mostrándome los dientes mitad blanco mitad amarillo. Dientes de quien desconoce; de quien desconfía; de quien cubre un perímetro que el dueño del carro no puede.

Pasé semanas en que prefería privarme de tal “manjars” solo por el hecho de evitar tomarme con el cholo, la gran bestia que no  me dejaba pasar ni con el mismo consentimiento y posterior reto del sopaipillero. Maldito perro.
Fue así como por el azar o por puro ingenio criollo se me ocurrio un dia que estaba malgastando mi tiempo en resolver un problema sin solución. El perro jamas me dejaria pasar y habiendo tanto carro sopaipillero, pues, más fácil era cambiar de ruta y evitar el enfrentamiento diario. Pero yo no soy así, no me agrada evitar ni muchos menos pasar por alto un problema hasta que no me me convence de que realmente no hay solución y hace poco menos de tres dias la solucion llego a mi.
Era un dia normal de tomar la micro y me encuentro con Cholo era y estaba más que evidente, como la calma antes de la tormenta o como las horas calmas antes de la batalla.
Ahí estaba mi archi enemigo mirándome a la distancia con ojos color fuego y dientes del tamaño de unas dagas, esperando a que me acercara y le diera una excusa para atacar. Pase por un camino alternativo, rodeando por la derecha y luego doblando bruscamente a la izquierda para  por encima de una jardinera con  plantas y enfile  hacia el carro por la parte de atrás como esperando no ser detectado . Compre la sopaipilla y al ver que se aproximaba por la espalda cual serpiente acechando a su presa, le meti un bolsonazo en pleno lomo para ahuyentarlo, pero con tanta mala suerte que  pasó en falso y el contenido de mi bolso salió disparado y se desparramo por el suelo. Entre ello, mis compras del supermercado y entre esas compras ¼ de jamón.

Y vivieron felices para siempre...



Tuesday, August 29, 2017

Pequeñas acciones

Básicamente tengo un mal hábito el que ya me acompaña hace tiempo y no lo puedo quitar.
Repito en voz alta   las palabras que me parecen atractivas al oído, las cuales siempre son la última o la primera de cada frase. Este hábito se me pego hace un par de meses cuando en la oficina comenzaron a llegar los venezolanos con su acento exquisito y palabras divertidas que usan para nombrar los mismos objetos y acciones que nosotros.
Entonces hoy como de costumbre en el metro ( línea 2) se detuvo en estación Los Héroes por más del tiempo normal, algo a lo que  los Santiaguinos ya estamos más que acostumbrados y lo tenemos calcado a fuego en el subconsciente, tanto colectivo como personal.
Cuando ya la espera paso los 5 minutos y me preparaba para dejar de leer y comenzar a marcar el número de la oficina para avisar que llegare tarde porque el metro se demoró por  alguna razón, se escuchó por los altoparlantes de la estación en una dulce pero en un pésimo castellano. – Por la osadía de un pasajero en estación La Cisterna debimos cortar la energida.
A lo que yo repito- la energida- mientras continuo con la vista fija en la lectura.
Normalmente  trato de mantener mi atención solo en lo que voy leyendo y evito los ruidos molestos del trafico poniendo música  lo suficientemente  baja para no desconcentrarme en lo que leo, pero al volumen justo para no escuchar el ruido  afuerino.
Aunque en esta oportunidad pude escuchar la leve risa que provenía de mi costado derecho. Una sutil pero tangible risa femenina que además sonaba hasta un poco sexy. El asunto es que mire hacia el costado y note que un par de ojos azules me miraban con cierta complicidad, esa que se logra cuando dos personas se ríen de lo mismo.
-          Lo siento, tengo tendencia a repetir las palabras que me llaman la atención.
-          -como los loros. Y sonrió.
-          No. Los loros solo repiten  sonidos como una forma de estimulación sin siquiera entender que el sonido es una palabra o que el mismo tenga algún significado.
Eso fue todo, fui lo suficientemente petulante como para cambiar el gesto de su cara desde coqueto a jodete imbécil en menos de tres segundos. Juro que fue  sin intención, al igual que cuando repetí en voz alta la palabra, este fue no más que un reflejo.
Lo que me dejo pensando en cuan seguido lo hago y sin siquiera darme cuenta,  sin hacer discrepancia entre lo normal y lo fuera del contexto. Lo que con el correr de los años me ha traído más de algún problema con gente conocía como con desconocidos.
Al final de cuentas, todos contamos con lados oscuros y desagradables que evitamos mostrar al resto, pero que al igual que las lagartijas estos siempre salen al sol.

Tal vez en un futuro se inventara el chip que sea capaz de suprimir todas estas acciones que son tan humanas y parte de lo que nos hace humano.

The messenger

Friday, January 13, 2017

Señales

El gran problema de los hombres es que probablemente somos pésimos leyendo las pistas que nos dan las mujeres o simplemente no somos capaces de ver las cosas por detrás del manto de lo racional y lo significativo. O sea, es blanco o es negro, pero los matices los pasamos totalmente por alto y tenemos la tendencia a maximizar todo y ver las cosas en modo macro. Se nos pasan por alto los detalles mas minúsculos y literalmente no entendemos una señal o un gesto.
No me excluyo de este listado de gorilas irracionales que al menos que la persona nos agarre del cuello y nos de un beso directo en la boca, siempre estamos pensando en que permaneceremos en el friend zone de por vida. Claro esta, siempre hay los casos por sobre la regla. Esas excepciones que no les importan las sutilezas del cortejo amoroso ni el puzzle encantador que puede ser una mujer que envía mensajes subliminales con la única intención de ser captados por nuestro radar. Esos se llaman jotes.
El problema del jote es que no le importa nada de lo anterior y solo va por aquello facil . Mchas veces pasando por encima de las reglas de camaradería que hay entre dos personas que apenas se conocen.
Probablemente tendra muchas conquistas y mas de alguna vez se ira a la cama con alguna despistada que esta en las mismas. Pero un 90% del tiempo la va a cagar y la va a cagar y la va a seguir cagando sin darse cuenta que la esta cagando. Por que si bien a toda mujer o casi toda mujer le guta el tipo winer en la primera cita o en el primer encuentro. La segunda y la tercera ya les aburre y solo quieren un tipo con quien pasarla bien y no alguien que este todo el tiempo con un disfraz de príncipe encantador.
Ahora. El gran problema esta en que al buscar este equilibrio entre no cagarla y cagarla lo suficiente como para no perder la amistad hay un rodeo que aveces te cansa y terminas desechando la idea y la persecución.
Lo peor de todo es cuando el perseguido es uno (algo que rara ves ocurre por esta esquina) y por mas de una persona. Es ahí cuando la película pasa de ser una comedia a un film de terror, porque claro, uno no quiere cagarla con alguien esperando que salte la liebre con otra persona. Muchas veces las consecuencias suelen el producto de nuestras indecisiones, tan así como los resultados el de nuestras decisiones.
Ahora bien , todos sabemos que no existe tal cosa como quedarse con pan y pedazo,que eso solo pasa en las películas y que ademas, en temas del corazón a eso se le llama ser canalla. jugar a dos bandas no es otra cosa que pasarte por la raja los sentimientos de la otra persona.
Y por ultimo esa indesicion lejana, aquella que esperanza algo bueno pero por la que hay que esperar pacientemente y esperar que mientras duermes, en el otro lado del continente no te estén zapateado en los cachos (confianza creo que se llama… behh).
Finalmente todo es complicado y enredado, y nada en los temas del corazón es claro o esta escrito en piedra, y cando se trata de elegir entre mucha carne, al final te quedas mascando el hueso con menos sabor por querer morder mas de lo que puedes tragar. En pocas palabras. Solo.
Afortunadamente esta situación me a pasado muy pocas veces y siempre he logrado escoger lo correcto.
Desafortunadamente siempre alguien sale lastimado en el proceso.

The messenger