Quiero agradecer
a mi negra linda por enviarme este hermoso video y hacerme recordar que de vez
en cuando a todos nos toca.
Siempre serás
bienvenida en mi país, en mi hogar y en mi corazón. Tu y tantos otros.
Inmigrar es difícil
y aún más cuando la decisión viene por una fuerza mayor y cuando es la
necesidad y no la voluntad la que te hace tomar tal decisión.
Se extraña la
comida tu familia y los amigos. Ese lugar donde te dieron el primer beso tímido
y escondido de la adolescencia, los lugares por los que caminabas con tus
sueños y esperanzas.
Recuerdas la
chica esa que te gustaba pero que nunca le dijiste nada y ahora ya es muy
tarde.
Y vives en un
lugar extraño donde se habla otra lengua completamente diferente a la tuya,
comen cosas con sabores desconocidos a los que debes acostumbrarte y en tu
resistencia sigues pensando en tu rinconcito de país donde dejaste tanto. Y metes
toda tu vida dentro de un par de maletas y sin mirar atrás te metes al avión y
en silencio en un rinconcito oscuro del avión te mandas unas lágrimas de pena.
Llamando a los
amigos de vez en cuando para saber cómo van sus vidas y darte cuenta que la
gente se casa se mueve y crece, tus amigos se van del barrio y sigues vida
profesional y se abren camino en la vida. Llamas un día sábado y tu grupito de
amigos de infancia están en algún carrete gritando saltando y riendo como
cuando estabas tú. Claro ahora ya no estas y las cosas siguen su rumbo igual.
Se sufre indignación,
se pasan penas, hambre y pellejerías de las cuales se sacan experiencias de
vida, porque la resilencia no se hereda se consigue a punta de comer mierda y
tomando acido cotidiano.
Y aquí me
encuentro caminando por las calles de nueva york a 5 años ya de mi salida y mirando
el cielo nublado del verano y pensando en mi pequeño Chillito, y lo que deje atrás.
He tenido suerte no lo niego, pero la vida me ha enseñado que la suerte es una
cosa de suerte. Sin saber dónde me tocara estar en otros 5 años más.
Ya no camino con
la cabeza mirando al suelo por que la personalidad me creció a punta de
humillaciones. No me callo si me preguntan por una calle, porque aprendí el
idioma obligándome a no dormir por leer escuchar y ver televisión en otro
idioma.
Nadie me puede
quitar lo que he logrado y nadie puede decir que ha estado en mis zapatos. Así como
yo no me pongo en los de nadie. Cada uno tiene un camino trazado y se avanza de distintas
maneras.
Y algún día
cuando regrese a mi amado Chile y pueda hablar sin la S y preguntarle alguien ¿queri
salir? Sin que me vean raro, seré igual de feliz como lo soy ahora.
Pero un poquito
menos incompleto.
The Messenger
vs the devil Nov 5 2005